Nos terminamos nuestros gintonics y no podíamos dejar de mirarnos. Llevaba toda la noche imaginándomelo encima de mí, y por mis contínuas miradas y mordimiento de labios, creo que él lo sabía.
Salimos a la calle y nos agarramos las manos, comenzamos a caminar en dirección a su casa.
Abrió la puerta, me cogió de las muñecas y me empotró contra la pared. Me subio la manos hacia arriba y no me dejaba tocarle.
Me tumbó sobre el sofá y me quitó el vestido y las medias con los dientes. Le comí la boca. Recorrió mis piernas y me arancó la bragas literalmente.
Los muslos me empezaron a temblar. Orgasmo.
Aún seguía gimiendo cuando me tapó la boca y hundió todo su sexo en mí. Nuestro ritmo acompasado hacía temblar hasta el suelo de su casa.
Terminamos, nos miramos, y me dijo: me encantas.
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