Siempre me gustó observarla mientras seguía dormida.
Yo me despertaba horas antes. Nunca pude dormir más de 3 horas seguidas, es algo que al principio me "inquietaba", pero que ahora encuentro lo más estimulante del mundo si esas horas de insomnio me sirven para contemplarla y dejar su imagen grabada en mi retina por más tiempo.
Jamás super cómo empezó todo. Surgió sin más.
Recuerdo que cuando nos conocimos, ni me fijé en ella, no podía ni llegar a imaginar lo que el destino nos depararía meses después.
Mi vida es algo así como un laberinto. Hay veces en las que me he adentrado en caminos demasiado complicados, y después no he sabido salir.
Otras, en las que me ha costado menos salir.
Pero esta vez, creo que es para siempre. Entré, más bien de la mano con ella, y nos quedaremos allí para siempre.
Estar a su lado es como sentir paz.
Es como pasear en otoño por el campo y sentir el olor a húmedo de las hojas y de la hierba.
Es como abrir un libro de la biblioteca que hace años que nadie lo ha abierto.
Es como caer dejarse mecer por las olas del mar.
Contemplarla. Es vivir y no ser nada. Porque te sientes tan frágil y tan liviana que te fusionas con el aire. Con el aire que respira.
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