La sombra de tus manos me atrapa en la penumbra.
La tibia luz asoma tímidamente por los cristales y refleja sobre la pared nuestras húmedas sombras.
Estoy empapado. El sudor penetra por mis poros y satura mis sentidos.
Tus frías manos se posan sobre mi espalda para recorrer cada milímetro de piel y terminar meciéndose en mis labios.
El sabor amargo y salado de tu sudor me reconforta.
Nuestras manos se entrecruzan y nuestras piernas se rozan para dar paso a una explosión de sensaciones.
Mi piel se eriza. Acaricio tus piernas. Me atrapas con ellas. Revoloteas entre mi pelo.
Tus palabras flotan en el aire y las atrapo una a una.
Atrapado en la vorágine de tu tiempo, la vorágine de tu piel.
Y el tiempo pasa, las horas pasan, los segundos pasan. Es un simple espectador, nosotros somos sus dueños.
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