Se introduce en mí como mil torbellinos.
Mi piel se despega de mí y me abandona,
por fin me deja libre.
La euforia aflora, me agita y me impulsa hacia el infinito.
El ardor de toda la tierra se apodera de mí.
Observo lo que antes no podía,
siento lo que siempre había querido.
Unos segundos tan eternos.
He muerto y he llegado al cielo,
y estaba lleno de sexo y música.
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