Quien no tiene valor para marcharse

- ¿Cúando nos veremos?
- No sé... De momento no puedo, mi madre no hace más que mandarme recados. Ir al supermercado, ir a por las medicinas de mi abuela, ir a la tintorería a por sus uniformes... Me tiene bastante harta la verdad.
- ¿Y por qué no haces algo?
- ¿El qué?
- No sé, puedes hablar con ella, o decirle que no eres su criada. Puedes irte de casa.
- No, no sé.  Ahora solo quiero estar aquí contigo hablando.
- Pero da igual, porque no te puedo ver, y no te puedo tocar. No puedo besarte.
- Yo quiero besarte. Te estoy besando ahora mismo. Estoy sintiéndote aquí a mi lado.
- No quiero que hagas eso. Lo odio. Déjalo ya.
- ¿No quieres que diga esas cosas?. Quiero verte.
- Esto no funciona. No sé qué estamos haciendo En qué momento pasó esto. Creo que sería más feliz sin ti, todos los días lo pienso pero luego soy tan cobarde que no doy el paso de decírtelo, y luego me arrepiento por pensar en esas cosas y me pongo triste y creo que te quiero aún más.
- Si te vas, creo que no aguantaría a mi madre ni un segundo más. Tengo ahorrado como para vivir unos meses. Luego no sé, podría ir a un centro ocupado y vivir allí con los alemanes. He oído que no hacen más de 2 dólares al día para vivir decentemente.
- Te quiero demasiado, ¿lo sabes?. Ojalá nunca te hubiera conocido. Te echo tanto de menos que me duele.
- Ven aquí, conmigo. Echemos a mi madre de casa, quédate conmigo. Pasémonos el día escribiendo, fumando y mirando por la ventana. Mi cama te echa de menos. Aún leo lo que me dejaste aquí, aún sigo aprendiendo a tocar el ukelele que me regalaste, aún sigo hablando con tus amigos, aún sigo mirando tus fotos de facebook.  Aún tengo valor.