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sábado, 28 de septiembre de 2019

1.

La entrada estaba abarrotada de gente y con el bullicio era incapaz de distinguir si él se encontraba ahí o por el contrario nunca había tenido la más mínima intención de presentarse.
Era tarde, sobre las ocho y media. Yo nunca habría quedado tan tarde. Esa era mi hora de dormir ultimamente, pero bah -pensé-, al carajo.

















domingo, 22 de septiembre de 2019

fortíðarþrá

El tiempo pasa y yo, paso con él.
Es como si las olas que van a morir a la playa llegasen como atemorizadas, como medio muertas, casi sin vida. Un poco así es como me siento yo.
Atemorizada y medio sin vida, como con el aliento justo para llegar al final, un final.

Es triste que sea mentira eso de la gente que predice el futuro, o que por tu mano ya puede ver tu vida desde que naciste hasta ahora. Porque si a mi me lo hicieran, estoy segura de que me despacharían antes de tiempo, por aburrimiento.
Mi vida es una vorágine de aburrimiento, siempre lo ha sido. Muchos se quejan de los altibajos, de las montañas rusas, pero yo envidio esas montañas, ojalá haber tenido algo de emoción en mi vida.
Nacimiento mediocre, en una familia mediocre, en un barrio mediocre, con amigos mediocres (a veces sin ellos), estudiante mediocre en una casa mediocre.
Normalmente la vida es como el tiovivo de las ferias. El alma del jolgorio. Es bonito y te lo pasas bien, aunque a veces te mareas y vomitas.

Cuando era joven (más), un día mi abuela me dijo que la juventud era un divino tesoro. Que por muchos años que cumpliera, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, nunca perdiera aquello que me hacía joven.

Mi abuela era lo menos mediocre que ha pisado la faz de la tierra y que pisará jamás. Hoy recuerdo esas palabras con cariño y nostalgia. Era como conocer a tu media naranja y que encima le guste Los Goonies y Joy Division a la vez. Era como escuchar toda la discografía de Sigur Ros en un día, y terminar llorando y muerta de felicidad a la vez. Era como ir a una librería y encontrarte entre los pasillos con tu escritor favorito. Era como sentarse en el sofá un 10 de enero mientras nieva y estar escribiendo una bonita poesía en tu blog para que nadie la lea pero que a tí te hace inmensamente feliz. Nana era todo eso junto y mucho más. De todo menos mediocre.
La echo tanto de menos que me moriría antes de tiempo solo por poder estar ya con ella.

Se que anclarse al pasado no tiene mucho sentido, es decir, tampoco soy una poetisa romántica del siglo XIX que escribe sobre aquel amor de infancia que nunca le hizo caso y que por eso se suicidó. Tampoco soy Sylvia Plath (hace poco quitamos el gas de la cocina de casa, así que tampoco es que pudiera recrear su trágico final), ni Alejandra Pizarnik, aunque ojalá haber conocido a Julio Cortázar.

Pero mi vida mediocre me ha abocado a esto. Realmente no sé cual es mi objetivo en la vida. Mientras tanto, lo único que me queda es esto, el blog que nadie lee.


sábado, 21 de septiembre de 2019

Nostalgia

Mientras miraba a absorta a las gatas jugar, me imaginé cómo habría sido mi vida de haber seguido por aquel camino.
Realmente a veces siento nostalgia de aquellos días. De cómo me hacía sentir, de cómo lloraba desconsolada por sentirme como me sentía pero de cómo me gustaba el momento de abrazos y caricias de después.
Nunca entenderé, nunca me entenderé.
Mientras jugaban a morderme los pies, pensé en aquel portazo. Aquella salida como una furia de casa. Aquel paseo en dirección al metro con la intención de irme a casa y no volver nunca más.
También me acordé de aquella llamada de teléfono. De mi descolgar. Y de aquel "ven a casa. Si no vienes tu verás. Ven". Y aún me acuerdo de mí. Yendo. Volviendo. A. "Casa".

Odio la sensación de arrepentimiento. Odio darme cuenta después de que tenía que haber actuado de otra manera. Manera que ahora entiendo como la más racional. Lo odio.

Ahora recuerdo todos aquellos días con sensación de amargor. Fue bonito, y a la vez no. Me sentí muy bien y muy mal. Reí, pero también lloré desconsoladamente.

¿Se podrá retroceder el tiempo?,
¿Habrá alguna realidad paralela de nuestras vidas habiendo tomado la "otra" decisión?,
¿Es normal sentir esto?, ¿Qué es "esto"?

Mientras escucho a mis gatas jugar en la otra habitación, yo me siento en el sofá de mi casa. Mirando por la ventana. Son las 20.51 de la tarde (o noche, según se mire). Me fijo en los farolillos que tengo colgados del balcón.
Y siento nostalgia de aquellos días.