Sonríe,
su dulce tranquilidad me alimenta.
Ojos transparentes,
y te digo, te quiero.
Mírame a los ojos,
te quiero, te digo.
Descansa aquí conmigo.
Tiéndeme tu manos. Manos pequeñas, manos dulces.
Abrázame tan solo un segundo,
te siento.
Única en el universo.
Lucha y descansa. Dialoga.Siente.
Siente que todo es perfecto,
como tú.
Dedicado a una de mis mayores musas. Mi gloria, mi amor de cada día. :)
Miento si digo que te quiero.
La vida pasa mientras yo me oculto de la sombra que proyectas en mi alma.
Transparencia infinita que me persigue
y quiere borrarnos del mapa,
quiere desterrarnos al más oscuro sinsentido.
Sombra, sombra azul que das calor,
sombra cálida que me cubres.
Te quiero, quiéreme tu también.
Te has escapado de mí y ahora solo queda tu sombra.
Tú y tu sombra, tú y tu cálida oscuridad.
Cúbreme, hazme tuyo.
Me duele tu mirada,
me duelen tus manos,
me duele tu piel,
me duelen tus caderas,
me duelen tus ojos,
me duelen tus pechos,
me duele tu lengua, tu boca,
me duele tu pensamiento,
me dueles tú, toda entera, de principio a fin.
Las marcas de tu piel reflejan toda una vida llena de pasión.
Tus manos están frías. Me rozas.
El más inmenso placer recorre todo mi cuerpo como una tornado arrasador.
Me miras y tiemblo.
El mundo se estremece conmigo. Somos uno y nos sumergimos en la inmensidad de lujuria.
Ahoguémonos y muramos en nuestra pasión.
La fuerza que nos arrastra es demasiado fuerte.
Tomemos el control.
He de decir que Lana del Rey es demasiado inspiradora para mí
A lo largo de mi vida no me he arrepentido de muchas cosas.
Cosas puntuales fruto de la desgracia de mi vida.
Tuve la poca suerte de haber nacido en un momento tan poco oportuno en la vida.
No soy de tener remordimientos, y si alguna vez aparece algún atisbo de ellos, los ahogo en alcohol y los mantengo el tiempo suficiente hasta quedarme sin respiración. Y mueren.
Todos estos años han pasado demasiado lentos.
Podría terminar con toda esta basura de vida ahora mismo. Simplemente, ¿por qué no lo hago?. Sigo aguantando, sigo respirando, sigo arrastrando los pies por el mundo y voy dejando un rastro de babas, sangre y alcohol allá donde voy.
La miseria es el punto álgido de mi existencia. El remordimiento es la puta con la que me acuesto de vez en cuando. Es una puta sucia que me exaspera. Quiero matarla, quiero asfixiarla y callarla para siempre.
Aún mantengo la habitación como la dejaste. Unos dicen que estoy loco, otros dicen que vivo en el recuerdo.
Te quiero joder, aún te quiero.
Conservo la última botella que me bebí cuando te marchaste. Está llena de mierda y hormigas por dentro. Era un licor dulce, la única mierda que tenía por casa en ese momento. Ellas me acechaban y tenía que matarlas de alguna manera, ahogarlas, callarlas. No soporto esto.
Tu recuerdo pesa demasiado, no puedo seguir sosteniéndote, me caigo, estás enterrándome poco a poco un día tras otro. La tierra me llega por el cuello.
Y no puedo respirar, mi aliento me abandona igual que tú, igual que todo. La vida ya está partiendo de mi lado, piensa que soy demasiado fracasado como para tener el privilegio de su compañía.
Pero tú no pensabas que era un fracasado. La razón de mí mismo ya no existe.
No hay razones ni falta de opciones.
Ven, dame la mano, llévame contigo. Vacío, llévame contigo. Abrázame como tan solo tú sabes.
He intentado perder la consciencia demasiadas veces. Seguir soportando este dolor es peor que mil puñales clavándose una y otra vez en mis brazos, mis piernas, mis arterias, mi cerebro, mis pulmones y mi corazón.
He intentado romper todos los recuerdos, pero nunca lo consigo. LA fuerza me lo impide, tu fuerza me lo impide.
Mis pasos son solo un simple recuerdo de lo que solían ser. Ya no marcan lo que marcaban ya no suenan como antes.
Soy invisible, me vuelvo etéreo.
Soy aire, y con él, viento que agita y mece los árboles en las sombras. Sombras que acompañan todos los recuerdos que se tornan impasibles.
La verdad ya no muestra su verdadero rostro, se esconde tras esa tiniebla que alimentas día tras día.
Te quedas con todo lo vivo y me arrinconas al más sombrío rincón. Ya no soy nadie, no queda nada de mí.
Mi alma empequeñece. Ya no puedo articular palabra. Mis sentidos se nublan
... Y viene el viento y me lleva...
Hola, ¿qué tal?
No sé cómo te llamas, perdón.
He intentado preguntártelo millones de veces, pero nunca soy capaz.
Tengo demasiado miedo a acercarme a ti. Temo ponerme nervioso o quedarme sin palabras.
Debo decirte, que te quiero, que te amo, que estoy completamente enamorado de ti.
Verte cada mañana para mí, es como llegar al cielo en un segundo y volver a la tierra. Soy feliz. Haces que me sienta feliz.
Cada mirada tuya hace que me sienta morir. Haces que el corazón me palpite tan rápido, que a veces me tengo que esconder por temor a que alguien lo escuche y se de cuenta de lo que siento hacia ti.
Tus manos, tu forma de mover el pelo, tu sonrisa, tus converse rotas, tus camisetas de grupos, tus gafas gigantes, tu sonrisa cada mañana, tu "Hola a todo el mundo, ¿qué tal habéis amanecido?".
Eres todo lo que nunca habría podido llegar a soñar. Eres más que eso.
No necesito nada más. No necesito saber tu nombre, no necesito saber donde vives, no necesito ni que me hables.
Solo, sigue ahí.
Había comenzado esto con unas palabras muy tristes.
Te quiero demasiado y me he puesto a llorar. He tenido que borrarlo.
Estaba escuchando una canción triste de fondo; eso cuenta.
El caso es que te vas. Te marchas.
Una lágrima acaba de caer sobre el teclado. Los cristales de las gafas se me están empañando.
Sabes perfectamente cuánto te voy a echar de menos. Te quiero hermana preciosa.
Las palabras se me quedan pequeñas para expresar cuánto te quiero y cuánto te admiro.
Espero que toda esta nueva experiencia te haga crecer aún más como persona. Porque te lo mereces. Te mereces esto y mucho más, porque eres grande, muy grande.
Mientras bajábamos la calle nos dimos la mano.
Nunca antes lo habíamos hecho. Fue una sensación extraña. Me sentía bien.
Tú ibas comiendote un helado de menta y yo iba bebiendo una coca cola.
Juntos, éramos como dos almas errantes en un mundo que se nos quedaba pequeño. Nosotros éramos mucho más que todo aquello. Formábamos un excelente equipo. Tú, yo y el mar.
Siempre me gustaba decirte que moriría por vivir dentro del mar. Tan inmenso, tan azul, tan denso, tan tranquilo.
Éramos demasiado bellos para este mundo. Nadie merecía nuestras miradas, nadie merecía observar tu pelo rubio que olía como la primavera.
Nuestros cuerpos formaban uno solo.Me fundiría contigo sin dudarlo, en solo un segundo.
Sentir lo que tu sientes, mirar lo que tu miras, respirar como tú solo sabes respirar.
Somos únicos, somos el mar, somos nosotros.
Mientras esperaba sentada, me fumé como 5 ó 6 cigarrillos. Tenía pensado dejarlo, pero la procrastinación está en la cúspide de mi proyecto vital.
Pedí otro café, cubano por supuesto. Me encanta el café fuerte, oscuro, denso y profundo.
Miraba al resto de la gente. Por cada mesa había una media de dos personas, menos al fondo. En la mesa del fondo, la más apartada, siempre estaba sentado el mismo señor, todos los días, uno tras otro.
Siempre tomaba lo mismo, primero un té de frambuesa, después un puro, después uno o dos café y después, muchos cigarros; y todo eso mientras leía a Kafka.
Siempre llevaba el mismo libro, lo habría leído ya unas quinientas veces. Siempre he tenido la curiosidad de preguntarle, pero no tiene cara de muchos amigos.
Tiene cara de solitario y de borracho.
Tenía el pelo blanco, una gran barba y unos cuarenta y cinco años. Sus ojeras eran muy profundas y las marcas de su cara reflejaban el recuerdo de una gran vida, de una larga e importante vida.
Desprendía un halo de misterio que me incitaba a acercame a él.
Creo que me pasé más de media hora mirándole; no se dió cuenta. Él seguía leyendo a Kafka y fumando. Se pidió otro café y continuó con el libro.
Me gustaba esa cafetería. Era muy antigua, fue una de las primeras en nacer en esa zona, allá por el siglo XIX. Un par de mesas y sillas de madera, el suelo oscuro y cantidad de cuadros antiguos por las paredes, de anuncios antiguos y grandes reliquias, como radios o tocadiscos.
Decidí que por fín ese iba a ser el día. Todos los días de nuestra vida pasan sin darnos cuenta, y sobretodo sin reparar en los que tenemos a nuestro alrededor. Aquellas personas misteriosas e interesantes que pasan a nuestro lado y ni miramos.
Cogí mi bolso y mi Bukowski y me acerqué a él.
Hoy iba a ser un día muy distinto.