El dolor se hace más intenso por momentos. Tengo la piel corroída por los vómitos, la sangre y las lágrimas. No se si podré aguantar mucho más.
La botella de J.Daniels ya ha visto su fin, la miro con la más firme intención de que un fenómeno de generación espontánea la haga resucitar de nuevo y me pueda regalar una hora más de felicidad, pero no creo que suceda.
En realidad ya nada sucede. Hace tiempo que dejé de entender lo que significa existir; ahora camino al lado de mi triste existencia, por separado y rozándonos cuando el viento nos mece lo suficientemente fuerte como para balancearnos.
La vivencia se ha convertido en supervivencia. El aire corta mi piel y la convierte en miles de jirones que bailan con las partículas de oxígeno, se estremecen y liberan millones de agujas que retornan sobre mí, recordándome que te perdí.
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