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domingo, 28 de julio de 2013

No sé quién cojones me dijo a mí alguien, algún día, que la vida era fácil. ¿Fácil?, los cojones.
Es una mierda tras otra, de verdad, es una considerablemente grande e insoportable mierda.
Crecer nos hace convertirnos en jodidos zombies, todos los jodidos zombies cortados por el mismo patrón. Todos nos comportamos igual ante el duelo, o cuando estamos felices; todos hacemos las putas mismas cosas.
Y entonces llega un momento en la vida en que dices, ¿Y ahora qué hago?, Pero QUÉ COÑO HAGO?.
No sé, la verdad. El vacío existencial es algo muy infravalorado. Tiene que ser la prioridad en toda vida, saber qué hacer cuando te pasa algo así. Es peor que un cáncer, mierda, puta, coño, ostia.
En serio, ¿qué?, ¿Alguien lo sabe?.
Que tienes treinta tantos tacos encima, una vida mediocre y un poder adquisitivo pasable. Y sí, te gastas la pasta en viajes, alcohol y en follar, pero no vas más allá. Ir más allá, tener hijos y esas cosas, es deprimente. De repente de tienes que hacer cargo de otras vidas y dejas de poner la tuya por delante... ¿suena bien, no?, vamos, que suena como lo deseable, lo que tienes que hacer para ser medianamente aceptable de cara a la sociedad. No ser egoísta, +10 puntos. Tener hijos +5, tu primera hipoteca, +20, ir en bici al curro, -15, ir en coche, +15.
No sé. La vida estándar está demasiado sobrevalorada, y las pequeñas cosas, las drogas y el Jagermeister están por debajo de lo socialmente aceptable.

¿Pues sabéis que os digo?.
Que os den.







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