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martes, 17 de julio de 2012

Surroundings


El cielo nos iba mostrando el camino. En realidad íbamos sin rumbo, nos montamos en el coche, sin decirnos nada, ni mirarnos siquiera, arrancamos y mi cabeza se giró hacia la ventanilla.
Siempre me ha gustado que la velocidad del coche se mezcle con el pasar de los árboles. Contarlos, mirar sus copas y ver si hay nidos o si están frondosas o secas.


Las palabras que intentaban asomar por mi labios estaban vacías, prefería ahogarlas dentro de mí que dejarlas salir y que arrasaran con todo lo bueno que creía haber conseguido hasta ahora.
Hasta ahora solo me he limitado a vivir. Sin pena ni gloria, solo sobrevivir.
Nunca me he ilusionado con nada ni nada me ha hecho feliz. Creo que la vida es solo una etapa más por la que pasamos antes de ir a otro lugar. Podía ser una mejor etapa, pienso.

Supongo que siempre la quise, pero los sentimientos no pueden ir disfrazados de amor, no puede, porque tarde o temprano, el peso del disfraz puede con todo, y ahí es cuando sale a la luz tu verdadero yo. La verdadera razón por la que estoy aquí, contigo o sin ti, creo que me da igual en el fondo.

No se si la vida tienen un propósito claro para alguno de nosotros, para ti o para mí. Supongo que yo nací por nacer. Porque mis padres no tenían ninguna otra manera de llenar sus mierdas de vidas y decidieron sacar a la luz su mayor orgullo para así no tener que aguantase más entre ellos y poder librarse de sus penurias sobre un pobre alma que acababa de llegar al universo.

Mientras miro por la ventanilla del coche, me doy cuenta de todo. Giro la mirada y la clavo en tus ojos. Tus verdes ojos son los únicos que pueden sostener la pesadumbre de mi mirada.
Llévame a cualquier otra parte.


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