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miércoles, 29 de febrero de 2012

3.

Ese fue el primer contacto que tuvimos, contacto visual.
A partir de ese día, empecé a ir a todas horas, ya no solo entre clase y clase, desde por la mañana hasta por la tarde. Me iba a casa, comía, me masturbaba pensando en ella, dormía y volvía al día siguiente.
Pronto comenzamos a entablar conversaciones largas. Al comienzo, era lo típico: qué lees, me das un cigarro, hasta mañana y sonrisa. Pero poco a poco fuimos cogiendo confianza, yo le contaba mi día, ella me contaba el suyo; después yo le contaba mi vida y ella me fue contando la suya.
Sus gruesos y preciosos labios me volvían loco. Ya no solo me masturbaba en casa pensando en ella, sino que lo hacía en la misma librería; me metía en el baño (en realidad era un baño privado, pero como teníamos confianza, me dejaba pasar) y lo hacía. Lo hacía fuerte. Quería sentirla cerca, quería sentirla ya en mí.

Uno de esos días, me quedé más tiempo del habitual leyendo. Me interesé por la sección de economía, más bien me apasioné, y se me fue el tiempo leyendo. Miré el reloj y eran ya las siete y media, en quince minutos cerraban.

Miré a mi alrededor y estaba todo vacío, la gente había ido abandonando la tienda poco a poco. De pronto, noté que ella se acercaba por detrás, noté su olor, era inconfundible. Sentí cómo ponía su mano en mi hombro y bajaba en dirección a mi ombligo.
Me quedé quieto, muy quieto. Ahora esos labios que tanto había deseado, estaban rozando mi nuca. Podía sentir su pelo cayendo sobre mi espalda. Podía sentir su vello erizarse poco a poco.
Me susurró algo al oído, pero no lo escuché, estaba demasiado concentrado en mi sexo, palpitaba, estaba a punto de explotar. Mi corazón casi traspasaba mi pecho.
Metió su mano por debajo de mi pantalón, ni siquiera me rozó.
Todo explotó. Todo.
Sentí morir, sentí que caía en una espiral, que después subía, luego volvía a bajar.
Hermoso caos.
Era perfecta, era para mí. En ese momento lo supe, era para mí.

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