YayBlogger.com
BLOGGER TEMPLATES

viernes, 2 de marzo de 2012

4.

Pensé que lo había soñado. Algo tan perfecto no podía ser real, pero sí, lo era y mucho.
Me dijo que era mejor no estropear las cosas, que me fuera y que volviese al día siguiente, como todos los días. Pero fue imposible esperar tantas horas para volver a la tienda, no podía, me moriría en el intento. Después de haber probado sus labios, no había otra cosa que deseara más, ni siquiera alcohol.

No sabía cómo volver a casa. Ya no solo era la sensación de querer verla, sino que me inundaban las ganas de tocarla, de tenerla entre mis brazos, de sentir su pelo de fuego sobre mi pecho, sobre mis piernas, sobre mi sexo. Sabía que tenía que ser mía. Siempre lo supe.

Volví a la librería, había pasado una hora ya desde el cierre pero quería volver, quería saber si existía la mínima posibilidad de que ella siguiera allí, revisando las cuentas o haciendo caja. No sé.

Todo estaba apagado. Me senté en la acera con mi botella en la mano y me propuse esperar allí sentado hasta que vinieran sus padres por la mañana a abrir. Pero claro, tendría que explicarles qué hacía allí sentado y no les iba a contar mi propósito verdadero y único, que me encontraba allí porque quería tirarme a su hija al precio que fuera.

Estaba medio borracho ya casi con ganas de vaciar mi estómago, cuando oí mi nombre a lo lejos. Lógicamente,mi visión doble me impedía saber quién era, pero poco a poco, a medida que se fue acercando, ví que era ella.

No supe cómo lo hice, pero de pronto me vi sentado en el sofá de su casa (vivía sola desde los 16 años, sus padres le pagaban el alquiler. Ella no les soportaba y ellos la querían demasiado como para dejarla a su suerte. Benditos padres por cierto).
Me preguntó que qué hacía allí, ahora no recuerdo qué le dije, será por el alcohol que llevaba encima. Lo que si recuerdo es que se me abalanzó encima.

De repente, todo el alcohol que corría por mis venas, se esfumó. Estaba más sobrio que nunca. Quería estarlo, deseaba estarlo para poder disfrutar ese momento como el que más.
La cogí por la cintura y empecé a besarla, en sus gruesos y preciosos labios, en sus senos, en su tripa... poco a poco fui llegando a su sexo. Era como estar en la gloria. Sabía todo tan bien como me lo había imaginado.
Ella me agarraba el pelo, frotaba sus manos contra mi espalda, me clavaba las uñas. Sabía que esto iba a acabar siendo glorioso.
La poseí como nunca había poseido a nadie. A día de hoy, recordaré ese momento como el mejor de mi vida.
Toqué el cielo durante unas horas.

Anne podría ser la única persona que me hiciera vivir la felicidad más absoluta, pero también la que me llevara a la más completa ruina.
Y así fue.

No hay comentarios :

Publicar un comentario