Y de repente, solo de repente,
apareció en su vida.
Y todos aquellos recuerdos que vivimos, se esfumaron.
La niebla que cubría nuestros cuerpos, dejó de serlo y dio paso a eso,
nuestra piel lúcida.
Los besos dejaron de serlo.
De repente lo dejamos todo.
Dejamos de ser almas,
para simplemente, ocurrir.
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